Fotografía
Flashes y suerte
Una de las cosas que mas a menudo nos preguntan es cómo decidimos cuántos flashes usar, y dónde colocarlos. La entrada de hoy pretende explicar, usando un ejemplo de una sesión con los skaters Javier Tato y Sergio Carrión González en las cuestas del monte Abantos, en El Escorial, (Madrid), la cadena de decisiones que llevaron a la foto final, y cómo, al final, un fallo técnico lo puso too patas arriba.
Vamos a seguir el proceso de colocación de flashes para esta foto (ISO 100, 1/640 f 5,0):
Cuando uno trabaja en exteriores tiene que hacerlo con la mente abierta a improvisaciones y a adaptarse a «lo que haya». Cuando a la ecuación se le suman deportistas, la cosa se complica aún mas, porque hay que tener en cuenta aspectos técnicos.
En este caso por ejemplo, dejábamos que Sergio y Tato seleccionaran las curvas que mas les gustaban, y, por supuesto, el truco a realizar. A partir de ahí hay un trabajo de visualizar la foto, de imaginársela mentalmente y así lo primero que preguntamos es:
-¿hacia qué lado es el movimiento?
Eso determina muchas veces el encuadre, y SIEMPRE ls colocación de luces.
Precisamente el ejemplo que vamos a seguir es una foto de espaldas (normalmente las caras deberían salir en la foto), donde lo que se buscaba es mostrar lo que de carretera tenían por delante los skaters, con esa curva cerrada a derechas.
Nuestro admirado Joe McNally suele decir siempre que lo primero es decidir desde dónde vamos a hacer la foto, decidir primero el punto de vista, y luego la colocación de las luces. Y tiene razón.
Exploramos varios puntos de vista, a un lado y al otro de la carretera. Este fue uno de los descartados (los flashes a la izquierda estaban allí de una foto anterior), y lo fue porque no da tanta sensación de profundidad como el punto de vista que finalmente decidimos usar.
Una vez decidido el punto de vista les pedí que hicieran una primera pasada, con la vana esperanza de que los flashes estuvieran ya correctamente colocados tal cual estaban, pero evidentemente no fue así. Esta primera pasada es importante, porque a los skaters les sirve para coordinarse entre si (importantísimo en una toma con mas de uno a la vez), y a mi para empezar a vislumbrar el aspecto final de la foto.
En este caso dos cosas eran evidentes:
1-Tato y Sergio tenían que separarse mas entre si, para no solaparse, arrimándose mas uno al interior de la curva y el otro por fuera.
2-Había que recolocar los flashes, puesto que uno de los dos (el que fuera por el interior) iba a quedar mas lejos de ellos que el otro, y por tanto, iba a recibir mucha menos luz.
Así que uno de los dos flashes se colocó en el interior de la curva y se hicieron las mediciones correspondientes, colocando a cada uno en el lugar que, aproximadamente, van a ocupar en la foto. De nuevo esto cumple una doble función, al fotógrafo le sirve para hacer las pruebas de luz sin cansar a los skaters, y a ellos les sirve para memorizar por dónde han de pasar.
Lo cierto es que nos hubiera gustado oscurecer mas la luz ambiente, dejando que fueran los flashes los que «mandaran» en la foto, pero, cuando se trabaja con flashes de mano, hay un juego de equilibrio entre la potencia de los flashes y la velocidad a la que queremos disparar.
En este caso era necesaria una velocidad rápida para garantizar una cierta nitidez, así que manteniendo la apertura en f6,3 y a ISO 100, se hicieron pruebas a 1/500 (demasiada luz ambiente), 1/800 (demasiado oscuro), y finalmente se decidió por 1/640, ¡es que los skaters bajan muy rápido!.
Para la apertura se decidió por un compromiso entre control de la profundidad de campo (estábamos usando un teleobjetivo), y potencia del flash, así que finalmente se utilizó f5, aunque en esta foto de prueba aún estaba a f 6.3.
Como se puede ver en la foto, sin editar obviamente, aún hay demasiada luz ambiente en la imagen, pero el tiempo apremia, y muchas veces has de tomar decisiones rápidamente, aún sin estar las cosas perfectas al 100%. Esa diferencia de luminosidad se podía paliar finalmente en la edición posterior (esa frase tan socorrida de «esto lo arreglo yo luego con photoshop»).
Ya solo quedaba acertar con el enfoque. En fotos como esta no tiene mucho sentido confiar en el enfoque automático, sabemos por dónde van a pasar, así que tomamos una muestra de enfoque en ese punto, bloqueamos el enfoque y listo.
Y ahora viene esa norma no escrita que dice que, «cuando todo está listo para hacer la foto, aparecerá algo que te arruinará la toma». De la nada, apareció ese coche rojo al fondo, que venía a recoger a una familia que andaba de paseo por el campo.
En situaciones así, y como el campo es de todos, no queda mas remedio que armarse de paciencia y esperar a que se vayan. El problema es que Tato y Sergio se estaban quedando congelados con tanta espera (era el mes de noviembre), así que decidimos hacer una primera intentona para ver cómo quedaba todo. Lo normal es que se tengan que hacer varias pasadas, pero curiosamente en esta serie, la mejor foto es la primera que hicimos… con coche y todo.
Si te fijas bien, verás que los skaters solo proyectan UNA sombra, señal inequívoca de que solo hay un flash. ¿Qué ha pasado? Pues que a veces el material te juega estas malas pasadas, un flash no quiere dispararse, y no lo hace. Milagrosamente Tato está mas al exterior de la curva de lo que teníamos pensado, y ambos dos están muy cerca uno del otro, por lo que el flash de la izquierda de la imagen les llega a los dos. No te acostumbres, esto no suele pasar así, y cuando uno de los flashes falla, la foto no funciona.
Así que ahí lo tienes, todo el trabajo realizado con los flashes, al final, no sirvió para (casi) nada, pero lo importante es la foto final, todo lo demás es secundario. Carambolas pixelianas del destino.
Hubo fotos con el esquema de flashes que se había preparado, pero lamentablemente los skaters no aparecen tan bien colocados como en la foto anterior.
Así que volvamos a la foto seleccionada, la que tiene el coche rojo al fondo. Tras pasar por Lightroom, haciéndole los ajustes mas globales quedó así:
Como se puede ver, el coche ya no se ve y la viñeta ayuda a centrar la atención sobre lo que debe ser. Ya solo falta darle un poco de «chicha» en Photoshop, textura y algo que permita «masticar» la foto. Y la versión final es la que vimos al principio:
Moraleja: hay que trabajar mucho para cada foto, pero a veces, un poco de suerte ayuda.
Nos vemos en la siguiente entrada de este blog