Cómo se hizo
Flash al horno y cocinas viejunas
El pasado mes de febrero realicé una sesión de moda en un piso familiar que parecía estar anclado en los años 70, de esos pisos enormes de Madrid, de larguísimos pasillos y estancias de gran tamaño, con ese encanto decadente de las casa viejas.
No fue una sesión comercial, de hecho fue mas bien una reunión de amigos y compañeros de profesión, 3 fotógrafos y una modela (Dana: http://www.fotoplatino.com/fp6931 ) y muchas ganas de experimentar y pasarlo bien.
Algunas de las imágenes que finalmente se seleccionaron son estas:
Me decidido a explicar un poco mas la iluminación que se usó en estas fotos porque creo que es un buen ejemplo de cómo se trabaja en estas condiciones, donde llegas a un lugar (eso que ahora se llama “localización”), que nunca antes has visto, del que apenas sabes nada, y tienes que adaptarte a lo que haya, y sacarle partido. Al fin y al cabo es lo que hace un fotógrafo casi siempre, sacar partido a lo que tiene delante de la cámara y tratar de que parezca mas de lo que es.
El piso, como digo, resultó ser una maravilla de lugar, lleno de ese “feismo” que tanto nos atrae a los fotógrafos. Dado que no teníamos mas que unas pocas horas y teníamos que repartirnos entre los tres fotógrafos, había que trabajar rápido.
Yo me di un paseo rápido por todas las estancias, y descubrí varias que me gustaban, pero me terminé por decidir por la cocina, que tenía ese aspecto “viejuno” que tanto me gusta. En esta foto se puede apreciar cómo es esa cocina, pero lo primero que decidí es que no quería un balance de blancos “correcto”, quería dominante de color, y viendo la foto creo que se hace evidente la razón.
Hice un par de pruebas usando temperaturas de color mas cálidas y mas tendentes al verde y estaba clarísimo cuál era la apariencia que le pegaba al sitio. Al final, tras la fase de edición, y con la ayuda de los filtros verdes en los flashes (que llevarían todos los flashes usados), conseguiría una tonalidad mucho mas verdosa, pero para hacerme una idea, esto bastaba.
Mi consejo es que siempre decidamos primero qué encuadre vamos a usar, y solo luego empecemos a colocar luces, pero esta vez me salté la norma a la torera. Decidí que el encuadre no podía decidirlo del todo hasta que Dana, la modelo, estuviese en la escena y me diera alguna de sus maravillosas poses.
Así pues, en este caso, lo primero que decidí es que quería una iluminación casi teatral. No buscaba que resultara natural, no pretendía que pareciera la luz normal de la estancia, muy al contrario, quería una iluminación por zonas, con fuerte contraste entre zonas de luz y sombra. Aún así, hice una primera prueba con un solo flash rebotado al techo, tan solo para asegurarme de que no quedaba bien, y abandoné la idea.
Encontré una vieja silla de madera, con la pintura descascarillada, y me pareció el atrezzo ideal para lo que quería, una foto con contraste entre el glamour y la elegancia de la modela, y el “viejunismo” de la escena, sumándole el contraste de la iluminación, claro.
Coloqué la silla en el centro de la estancia, y un flash , con un snoot con nido de abeja, bastante alto (de hecho estaba casi pegado al techo) y muy picado hacia abajo, de forma que hubiera un cono de luz, casi como los que se suelen ver a menudo en los escenarios, que aislara a la modela.
El snoot es básicamente un cono o un cilindro que evita que el haz de luz se desparrame, y lo concentra en un área muy pequeña, el hecho de añadirle la textura de nido de abeja aún potencia mas esa concentración, y la convierte en una luz dura, impactante y que se puede mascar. Esa era justo la idea, una iluminación potente.
Este es el snoot montado sobre el flash, desde una visión lateral:
Esta es una visión frontal, para que se aprecie bien el accesorio de nido de abeja.
Y esta es la «huella de luz» que deja el flash cuando lleva este accesorio montado, donde se aprecia muy bien lo concentrado del haz de luz.
Lo ideal en estos casos es ir construyendo la iluminación de la escena, luz a luz. Normalmente empiezo por lo que será la luz principal o dominante (que no siempre es lo mismo) y luego voy añadiendo el resto. Esta es la foto de cómo quedaba ese cono de luz sobre la silla y sin ninguna otra iluminación. Puesto que, como ya he dicho, se buscaba una luz casi teatral, el resto de la estancia, quedaría casi en penumbra, no oscuridad total, pero si mucho mas oscuro que la zona de la silla. (ISO 500, f7,1 y 1/60 seg)
Ahora tocaba iluminar el resto de la estancia, pero siempre con la premisa de hacerlo por zonas, y no toda la escena.
Coloqué un segundo flash sobre la encimera que quedaba a mi izquierda, con la intención de iluminar la pared del fondo. Esta es la primera prueba, donde se ve claramente que ese flash está pasado de potencia, pero sirvió para verificar que su colocación me gustaba.
Esta es la foto con el flash ya bajado de potencia.
Podía haber dejado así la escena, es perfectamente válida, pero me percaté que esta iluminación dejaba muy a la vista el friegaplatos que se ve a la derecha, y que es claramente moderno, por lo que desentona con el resto de la estancia.
En estos caso hay que barajar dos opciones, o nos deshacemos de lo que distrae, o usamos la iluminación y la edición para restarle importancia. Aquí, por razones obvias, opté por la segunda opción. Había que dar luz a otras zonas, de manera que el ojo no se fijase tanto sobre ese electrodoméstico moderno.
Coloqué pues un tercer flash dentro del horno que quedaba tras la encimera a mi izquierda. ¿Por qué dentro del horno? Pues por varias razones, pero sobre todo se trataba de esconder de la vista el flash. De hecho, en esta foto, que se hizo posteriormente, ya con Dana en la escena, se aprecia claramente que el flash que estaba en la encimera quedaba a la vista y hubo que esconderlo, así que si hay una forma fácil y rápida de esconder un flash a la primera, ¡hay que aprovecharla!
Esta es la foto con ya el flash cocinado al horno funcionando. Se sigue viendo el friegaplatos si, pero la vista ahora tiene otras cosas con las que entretenerse, y esa era un poco la intención. Además hay un cierto margen para esconder lo que no queremos que se vea mucho luego en la fase de edición, así que no hace falta dejarlo todo absolutamente perfecto.
Por si alguien no me cree, aquí esta la prueba de cómo estaban los flashes que quedaban a mi izquierda:
El siguiente paso, es explicarle a Dana la idea que tenía n la cabeza. Por un lado resultaba vital que mantuviera la cabeza mirando hacia arriba, por que «su luz» era muy cenital y si no se verían sombras muy feas en su cara, y por otro necesitaba que me diera poses un poco agresivas, como de mujer pasada de vueltas, pero sin apenas mover la cabeza de su sitio, ya que si lo hacía, se saldría del haz de luz del flash superior.
En esta foto se aprecia claramente como Dana se ha salido del haz de luz.
Luego ya solo quedaba dirigir a la modelo, que en el caso de alguien con la experiencia de Dana es casi innecesario, y disparar hasta lograr las fotos que queremos.
Espero que os haya resultado de utilidad, y nos encantaría recibir vuestros comentarios, dudas y sugerencias.